Revista SciELO Uruguay
Odontoestomatología vol.18 no.27 Montevideo mayo 2016
Facultad de Odontología. Universidad de la República. Uruguay
La flora microbiana bucal comienza a establecerse en el niño unas 8 horas luego de su nacimiento, y se produce una continua sucesión microbiana que modifica su composición desde el niño edéntulo hasta la aparición de las piezas dentales. Las infecciones bucales son polimicrobianas y mixtas, producidas por la flora normal del paciente que en determinadas circunstancias se rompe el equilibrio con el huésped, y pasa de comensal a oportunista.A lo largo del siguiente articulo, se detallan las infecciones bucales y sus tratamiento como las terapias antimicrobianas, clinicamente las infecciones bucales pueden presentarse en forma aguda o cronica, y se pueden clasificar en odontógenas y no odontógenas.
Existen caracteristicas especiales que aumentan las posibilidades de estas infecciones, los más propensos a desarollarlas son los niños, ya que la presencia de gérmenes dentarios, la mayor cantidad de hueso esponjoso con espacios medulares amplios y presencia de centros de crecimiento óseo, hacen que la difusión de los procesos infecciosos sea más rápida que en adultos.
Se indican antimicrobianos con finalidad terapéutica (para eliminar la infección, disminuir su gravedad, acortar su evolución, evitar complicaciones generales). El uso inadecuado e irracional de los antimicrobianos, crea condiciones favorables a la aparición, propagación y persistencia de microorganismos resistentes.
En infecciones de origen odontogénico, tanto en dentición temporaria como permanente joven, el tratamiento local se impone. Este tratamiento local consiste siempre en la apertura cameral del diente causal con o sin debridamiento de los conductos, con la finalidad de descomprimir la zona afectada.
Muchas veces en infecciones odontogénicas, por ejemplo un absceso limitado a la pieza dental causal, la maniobra local es suficiente. En cambio, si el absceso es más difuso, el tratamiento local debe complementarse con antibioticoterapia, para limitar la difusión del proceso infeccioso.
Con el descubrimiento de la penicilina, comienza la era de los antibióticos, que resultó en un cambio sustancial en la posibilidad de tratamiento exitoso de infecciones. A partir de allí, han surgido incesantemente, nuevos tipos de agentes antimicrobianos para el control de las infecciones, así como para superar la resistencia generada por bacterias, virus, hongos y protozoarios, a la acción destructiva de estas sustancias.
En la actualidad, la velocidad en que se desarrollan nuevos microorganismos multirresistentes, supera ampliamente la velocidad con que surgen nuevas sustancias antimicrobianas que logren su control.
Entre las estrategias desarrolladas para evitar la resistencia microbiana, una de las más importantes es el uso racional de antimicrobianos.
Otros mecanismos que actualmente se utilizan para la prevención de la resistencia microbiana son: la educación médica de grado y posgrado sobre enfermedades infecciosas y prescripción de antimicrobianos basada en la evidencia programas de vigilancia de aparición de cepas resistentes.
Para la correcta elección y dosificación del antimicrobiano, se debe tomar en cuenta las características del paciente odontopediátrico. Se debe utilizar medicamentos de calidad probada, que aseguren que, con una correcta dosificación, de acuerdo a la severidad de la infección, edad, peso, función hepática y renal del paciente, su resultado será el esperado.
Entre los antimicobianos mas utilizados en odontopediatría estan:
Los de primera elección son las penicilinas, dentro de ellas, la amoxicilina que presenta acción bactericida, buena absorción vía oral (75-90 %), puede administrarse con la ingesta de alimentos y su vida media es mayor que la del resto de las penicilinas.
Este tipo de antibiótico asociado es el de elección para aquellos pacientes que han sido tratados sistémicamente, pero que no han recibido el tratamiento local adecuado (apertura cameral, drenaje), persistiendo el cuadro infeccioso. También se indica en aquellos casos que no cumplen o no reciben una antibioterapia adecuada.
La ampicilina, por su pobre absorción vía oral, su incompatibilidad con la ingesta de alimentos y la frecuencia de dosificación (50 a 100 mg/Kg/día cada 6 horas), se prefiere administrar en pacientes internados, por vía parenteral.
En pacientes con hipersensibilidad a las penicilinas, se indica clindamicina (lincosamida) o claritromicina (macrólido).
La claritromicina, tiene como ventaja una dosificación más cómoda, cada 12 hs, genera menos resistencia, presenta buena difusión en tejidos blandos, y en la presentación oral hay comprimidos y solución pediátrica.
La clindamicina se administra cada 6 hs, puede producir diarrea por sobreinfección con Clostridium Difficile que dificulta al paciente cumplir con la totalidad de las tomas indicadas, pero presenta buena difusión en tejido óseo.
Para instaurar una terapéutica adecuada, es fundamental obtener un correcto diagnóstico a través de una historia clínica completa. Si se decide el uso de antimicrobianos, se debe hacer una selección correcta del fármaco a utilizar, de acuerdo al paciente y al caso. Se debe evitar la submedicación (en dosis y/o tiempo) y no modificar la forma farmacéutica para mejorar la aceptación del medicamento por parte del niño.
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